martes, 7 de septiembre de 2010

capítulo 9



El diario del Ricard
21 noviembre
Llevo 1 día sin poder ir al centro multimedia... una rabia. Aunque es un centro gratuito es propiedad de una caja de ahorros y si te quedas sin saldo no sólo no te dejan entrar sino que puedes hacerlo hasta dos días después... Hoy ya podía pasar pero no con la maquina. Se la tenía que dar al de recepción y como favor “personal” me dejan pasar. Ha llegado mi prima Antonia y como la cuenta es la misma le he dicho que no la pase que no podrá pero no me hace caso y justo llega él y yo a mi prima que no la pase, que tiene que darla a recepción... como siempre no me ha hecho caso y ha intentado pasarlo y no ha podido claro. Él se ha metido.
--a mi también me pasa.
--eso es otra cosa... (a veces no te lee bien la tarjeta porque la pasas mal que también le pasa mucho a mi prima)
él se queda un poco cortado.
--ay perdona –me dice.
A mi me sabe mal porque parece que lo había hecho por grosería.
--Lo que pasa es que me han castigo –le digo.
--¿ah sí?¿qué hiciste? –me pregunta simpático.
--porque me he quedado sin dinero, entonces no he podido venir ayer y hoy puedo pero no porque me dejan ellos, la tarjeta me la tiene que pasar ellos manualmente...
Casi se me pasa pero por fin veo la pantalla con su nombre. Se llama: Francisco J López.
Hoy está guapísimo. Iba despeinado. Me encanta. Lleva una camisa azul de manga larga. Mi otra prima llega al rato y le toca sentarse en el ordenador en el que estaba él. Mi macizo se disculpa porque estaba en el sitio. Es todo un galán. Se va con una chica. No ha cambiado eso de la pantalla. Le baja el tono y se ve todo gris. Yo pienso en pedirle a él que lo cambie pero no lo hago porque están hablando con una chica y me muero de rabia. Cuando salgo voy a dar una vuelta por el centro y me lo encuentro a él de sorpresa.
--¿te vas? Ya has acabado la jornada? –me pregunta.
Hemos caminado juntos. Él tiene cara de frío y lleva las manos en los bolsillos. Creo que le sabe mal cortarme. Vamos hablando. Yo le hablo de lo que me ha pasado con la tarjeta y él se queja que son muy estrictos. Se queja del jefe.
--es un estirado... siempre me mete bronca porque no me acuerdo a dejar como estaba la pantalla. Y yo le digo “¿qué querías se me olvidó? Si quieres vuelvo y lo arreglo...” me han dicho que no y bueno. Además se me ha estropeado el ordenador y encima me ha echado la culpa a mi. Es que esto no ha pasado nunca me dice y yo le digo... a mi que me cuentas. Encima me pregunta si lo he reiniciado pues no, le digo yo... es un plomo.
--hoy la que se ha puesto en tu sitio era mi prima. La otra también era mi prima.
--¿qué son gemelas?
--pues no... no se parecen en nada.
--es verdad... tienen el pelo diferente.
--¿ibais al Satorras, no? Es que os conozco a los tres.
--a la pequeña me extraña porque estuvo muy poco.
--si sí a los tres... A ti te tenia visto sin afeitar y con una mata de pelo... ¿te lo teñiste verdad? Lo digo porque me llamó la atención... no es que te quedase mal pero es que no es normal en un chico...
--lo que pasa es que a veces me ponía el champú de mi prima que sí teñía, no era por nada...
--No, no... no es porque te quedara mal. Es que mi madre es peluquera y me extraño porque sé que en un chico no es normal. Yo te vi un día y me dije “ese chico no es así.”
Yo no le digo que también me fijé en él pero por lo macizo. Me señala la barba y me dice:
--¿cuesta mucho llevarla tan larga, no?
--pues no... lo que cuesta es afeitarse... pero me voy afeitar esta noche.
--¿y eso?¿por qué sí?
--es que quiero trabajar...
--¿y eso? ¿te quieres reformar?
--ya me toca. El año que viene hago los 30. Lo lógico es que trabaje.
--si.
--antes no trabajaba pero es que ni buscaba.
--si ya me lo dijiste un día de estos. Yo también voy a empezar a buscar trabajo ahora así que estaremos los dos igual... lo que pasa es que un día al salir del trabajo unos tipos me dieron una paliza...
Yo lo mira muy sorprendido:
--pues sí y sin venir a cuento y he estado de baja hasta ahora. Por eso me veías en el Ateneu, pero ya me dan el alta.
--si bueno, yo tengo pensando ir al IMPEM (http://www3.usal.es/~inico/Aese/IMPEMdesventaja.doc)
--¿el que?
--está spasado de moda como yo.
--¿qué está en las Esmendies? (casal de la ciudad) Es que me suena que alguien que conozca trabajaba ahí.
--ahí estaba antes... lo cambiaron. Ahora está por la calle Prat de la Riba.
--¿no sé dónde está?
--está cerca de mi barrio.
--es que no conozco ese barrio... Eres de Rocafonda (http://rocafondaelpalau.mataro.org/ )¿no? Es que alguna vez te vi que venías por ahí –dice señalando el lado contrario a por donde pasa él.
--¿qué idea tienes de trabajar?
--algo tranquilo... sin gente.
--eso que nadie te moleste.
Me da ánimos muy fraternalmente. Me gusta. Luego volvemos al tema de lo de la barba.
--¿cuánto tiempo la llevas?
--No sé... muchos años...
--¿te limpias? Lo digo porque te debes manchar mucho... todos nos manchamos un poco al comer...
--cuando se me quedaba comida enganchada sí me la limpiaba pero vaya... no me preocupada nada... la tenía muy descuidada.
--no se te ve mal... ¿te comprarás una máquina buena, no?
--pues no... una barata.
--luego te quedarás blanco... ¿te pondrás bálsamo?
--pues... no me gustaba...
--usa uno sin alcohol... ¿y te harás una foto?
Yo no le veo caso. Ni se me había pasado por la cabeza.
--hombre... ¿y si ahora pasa algo importante en tu vida?... no para que te hagas una de carnet... pero si tienes la cámara preparada... yo lo haría...
Siempre me quejo de que en las conversaciones siempre son los demás los que preguntan y que yo nunca me entero de nada del otro pero es que igual estaba tan nervioso que casi tampoco lo escuchaba. Aunque vaya de las cosas de las que me he enterado. Nunca había hablado tanto con nadie. Me explica que ha repetido cada curso no se cuantas veces, que estuvo 6 años en el instituto. Cou (el último curso) lo dio por perdido. Es mayor que yo, tiene 32 años. Vamos hablando recordando anécdotas del instituto. Yo la verdad es que lo recuerdo de mis comienzos pero debió estar tanto como yo.
-- Año más año menos somos de la misma época... lo que pasa es que como tampoco nos conocíamos...
Luego volvemos a lo de cambio de look.
--¿y te cortaras el pelo?
--si bueno... es que así en el currículum podré usar unos fotos carnet de hace 5 años que me las hice y no las usé...
--¡si hombre...¡ ya que te arreglas... te haces otra.
--no me gusta hacerme fotos... y ya que tengo esas...
--tampoco habrás cambiado tanto.
Yo estoy encantado de estar hablando con él... es como si el tiempo no pasara...
--bueno, ya nos conocemos más –me dice.
Parece que ya se quiera despedir, va hacia arriba.
--¿te llamas Ricard no?
--tu Francisco ¿no?
--pues sí...
--lo acabo de ver cuando has pasado la tarjeta.
Él sonríe y dice:
--si es verdad... se ve. Yo lo vi... Ricard no sé que... ¿cómo te gusta que te llaman Ricard o Ricardo?
-En el carnet pone Ricard pero como te guste más.
--A mi me da igual... te llamo Ricard que es más corto.
Hemos hablado largo y tendido. Por cierto que nos ha interrumpido un hombre que ha dicho que era su tío. Me ha gustado que él me presentara como un amigo. Que por cierto, le ha dicho a su tío donde vivía, delante de donde estamos. Me ha sorprendido pero eso quiere decir que no vive con los padres. Debe vivir con la chica esa con la que lo veo más. En fin las hay con suerte. En fin, que Francisco va hablando con su tío y yo seguro que ya se acabó todo pero no así. Cuando se va, él me dice:
--cómo te iba diciendo...
Hemos retomado el tema del afeitado.
--no tienes productos de afeitados en casa, de tu padre o de alguien,...?
Me molesta mucho me hablen de ese hombre. No quiero recordar lo que me hizo y esperando que él no me pida detalles le digo que no, que no hay más hombre que yo (y eso de hombre pues muchos lo podrían en duda) en la casa.
--eres el hombre de la casa... eh? –me dice muy simpático.
--deber tener una cara de crío... a ver si te reconozco –me dice.
Yo no sé muy bien que decirle pero no me quiero ir y vamos hablando puras tonterías. Por cierto que en un momento dado viene un borracho a molestar y cualquiera que se lo hubiera sacado de encima a patadas él lo trata muy bien... la verdad es que a simpático no lo gana nadie. Vamos hablando de una cosa y de otra. La cosa es no irme. Hablamos de anécdotas del instituto, de búsqueda de trabajo, de lo que pasó con la tarjeta del Ateneu. Yo le digo es que como en la libreta estamos yo y mis primas pues cada uno va imprimiendo y claro luego se acaba el dinero y no nos enteramos.
--¿que sois tres primos y los tres lleváis la misma libreta...? deberías controlarlo... ¿no sacas la hoja que te sale al final con todo lo que haces...?
--pues no...
--pues hazlo es gratis... pero ellas, tus dos primas, son hermanas no?
Yo tengo miedo que mi pregunta sobre parientes pero no. Además yo saco el tema del trabajo, de que me gustaría hacer un trabajo de esos que te enseñan un oficio pero ya no hay hasta más adelante.
--a mi me gustaría hacer uno de cocinero... si te enteras me lo dices...
Vaya, no sabía que le gustara la cocina... a mi para nada... pero no estaría mal coincidir con él en un curso.
Hablamos yo creo que horas. De hecho mi tía ya estaba preocupada.
-bueno Ricardo, a ver si nos vemos y te conozco.–me dice dando por hecho que no nos veremos más.
--bueno no me saldrá trabajo tan rápido.
--eso nunca se sabe...
--pero si no sé hacer nada...
--pero a lo mejor necesitas a alguien como tu para algo... tú tranquilo... al menos te sacarás la barba... aquí (al Ateneu) todos te mirarán mejor... ya veras.
Me gusta sentir su apoyo. Yo la verdad es que no tengo esperanzas de encontrar trabajo pero quiero demostrar que no soy un inútil que no sirvo para nada. Quiero demostrar que no necesito para nada ese herencia que mi padre no me quiso dar y que no necesito las migajas que me quieran dar. Yo mismo me basto para mantenerme.
--ahora ya nos conocemos –me dice él—hace tiempo que no coincidíamos. No coincidíamos así de hablar... porque antes no nos conocíamos...
Parece que me quiera dar la mano pero simplemente me agarra del brazo y se despide de mi muy afectuoso. Hacía años que no hablaba así con un macizo... bueno de hecho yo diría que nunca he hablado tanto con nadie y menos con un tío bueno. Ha estado una inyección de adrenalina impresionante... a mis casi 15 años me quitaron la vida... tal vez ahora, a mis casi 30 sea hora de recuperarla.

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